Todos hemos visto a nuestros hijos agarrarnos la mano antes de entrar a un lugar oscuro o taparse los ojos en medio de una película de miedo. Es un comportamiento esperable dentro del desarrollo infantil. Sin embargo, también los hemos observado emocionarse con vampiros y monstruos, e incluso algunas veces pedirnos entrar a la casa del terror. Esta extraña relación que tienen los niños con el terror y los sustos tiene una explicación psicológica profunda, y comprender el manejo del miedo infantil es clave para su desarrollo emocional.

Adrenalina y control: El lado positivo del miedo infantil

La primera explicación de por qué a los niños les gusta el terror, a pesar de que los asusta, está en la intensa sensación de adrenalina que experimentan.

El efecto químico del subidón

Cuando un niño se expone a un susto controlado, su cuerpo reacciona inmediatamente activando el sistema nervioso simpático. Se liberan hormonas como la adrenalina y el cortisol, generando una respuesta corporal muy intensa: el pulso se acelera, la respiración se agita y se pueden presentar sudoraciones. Este es el famoso mecanismo de "lucha o huida".

Lo interesante viene después. Al darse cuenta de que el peligro no es real (por ejemplo, porque la película ha terminado o la luz se ha encendido), el cerebro libera neurotransmisores asociados al bienestar, como las endorfinas y la dopamina. Esta reacción química posterior, que es similar a un sentimiento de felicidad y éxtasis, actúa como una recompensa. Es por esto que, muchas veces, los niños, después de pegar un brinco, se ríen: están experimentando el placer de la seguridad posterior al miedo.

La satisfacción del control emocional

Aunado a la adrenalina, está la sensación de control. El miedo, en este contexto seguro, permite a los niños practicar una forma de control emocional en la infancia.

Al exponerse repetidamente a un estímulo inofensivo que antes les provocaba terror (como una historia de fantasmas o un disfraz de payaso), los niños pueden desensibilizarse y dejar de reaccionar instintivamente. Cuando logran vencer la ansiedad y dejar de reaccionar instintivamente ante el terror, obtienen una gran satisfacción. Entienden que tienen poder sobre sus propias emociones. El terror se convierte en una herramienta:

  • Entrenamiento: Practican cómo reaccionar ante situaciones estresantes sin estar en peligro real.
  • Dominio: Superan desafíos emocionales y ganan confianza en sí mismos.

Es fundamental, sin embargo, supervisar que no se sobreestimulen ni busquen subir la intensidad de forma descontrolada, ya que esta respuesta puede volverse adictiva.

Atracción por lo misterioso: Cuando el miedo es un desafío

El gusto por lo aterrador no solo es químico; también está ligado al desarrollo cognitivo y social del niño, especialmente en la preadolescencia (entre los 9 y 12 años).

Deseo de conocer lo prohibido

Muchos de los miedos y la relación con el terror de los niños provienen de sus padres, a través de la imitación. No es raro que adquieran nuestras mismas fobias sin una razón aparente. Pero, a medida que crecen, puede ocurrir el efecto contrario: el de atracción por lo que se considera "adulto" o "prohibido".

Debido a su actitud desafiante, su deseo por conocer lo misterioso y su necesidad de establecer una identidad separada de la de sus padres, los niños sentirán más curiosidad si les prohibimos rotundamente los materiales de terror. El miedo se convierte en una prueba social: si puedo ver esto o leer aquello, soy maduro y valiente.

Aunque es crucial controlar y supervisar los materiales, prohibir el terror de forma absoluta puede ser contraproducente. Lo mejor es proporcionarles libros o películas de terror apto para niños y adecuados a su edad para que experimenten el miedo, pero siempre desde un lugar seguro, acompañados y listos para conversar.

Los personajes de fantasía ayudan a superar miedos

Los niños no gustan solo del terror que los hace sudar y gritar: también les encantan los monstruos, su ropa llamativa y sus historias, aunque no les causen miedo real. Este es el nivel más seguro y accesible del miedo.

Monstruos inofensivos

El gran trabajo de artistas visuales ha creado personajes emblemáticos que son más divertidos que atemorizantes. Ejemplos como Mike Wazowski y Sulley de Monsters Inc., o la familia de Hotel Transylvania, transforman a las figuras de miedo tradicionales (fantasmas, vampiros) en seres que son caricaturescos, torpes y, sobre todo, inofensivos.

Esta es la mejor opción para que los niños más pequeños puedan relacionarse de forma sana con el miedo, ya que les permite poner cara y nombre a sus inquietudes. Al ver a estos monstruos en situaciones cotidianas o graciosas, los niños superan poco a poco algunas ansiedades que podrían tener hacia las figuras nocturnas o desconocidas. Tres monstruos en el baño es un excelente ejemplo de cómo acercar incluso a los bebés más pequeños a las historias de miedo.

Monstruos llamativos

Los niños no gustan sólo del terror que los hace sudar y gritar: también les encantan los monstruos, su ropa llamativa y sus historias, aunque no les causen miedo. Esto se debe al gran trabajo que han hecho muchos artistas visuales para crear personajes emblemáticos con los que los niños se divierten y relacionan.

Esto es la mejor opción para que los niños más pequeños puedan relacionarse de forma sana con el miedo, a la vez que superan poco a poco algunas inquietudes que podrían tener, por ejemplo, hacia los zombies, vampiros u hombres lobo.

También pueden encontrar el punto medio entre el terror y la diversión. The Canterville Ghost es un clásico de terror que tiene adaptaciones para niños y que sin duda los hará reír sin parar.

Consejos para manejar el miedo en niños

Compartir el gusto por lo misterioso y la emoción puede ser una gran forma de conectar en familia.

  1. Observa y pregunta: No asumas. Pregúntale a tu hijo qué le gusta de una historia de miedo en particular y qué siente cuando se asusta. Esto te dará pistas sobre si busca adrenalina o control.
  2. Crea un espacio seguro: Cuando veas una película de terror (apropiada para su edad), siéntate con él, ofrece un abrazo y recuérdale: "Todo esto es solo un juego". Esto refuerza la sensación de control.
  3. Usa el miedo como metáfora: Las historias de terror son excelentes para hablar de las preocupaciones de la vida real. El monstruo en el armario puede ser una metáfora para la ansiedad por un examen o el miedo a empezar una nueva escuela.

Las historias de terror y fantasmas tienen un gran público entre los adultos y los niños. Las razones por las que a ellos les encantan pueden ser diferentes a las nuestras, pero compartimos el gusto por lo misterioso y por la emoción.

Te invitamos a compartir ese placer en familia, siempre tomando en cuenta qué tipo de miedo le gusta a tus hijos y cuáles son los materiales a los que sí puede exponerse. ¡Es una valiosa oportunidad para practicar el desarrollo infantil y el manejo del miedo!